8 1/2 maravilla

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4:49 p.m.







The Hateful Eight es la muestra de las virtudes y los defectos de la obra de Tarantino. En efecto, la película suena como la obra de un extraordinario compositor de música de cámara que se encapricha en componer sinfonías: sobra demasiada orquesta para una composición que, de ser concisa (y aquí pienso la concisión como sinónimo de Reservoir Dogs), sería una obra maestra. A veces da la impresión de que Tarantino teme que su música no se escuche y entonces la sobrecarga de manera wagneriana a fin de concederle volumen. Es cierto que su exceso se ha convertido en estilo mediante este procedimiento. Aunque no me refiero a la exageración de la violencia o del sentido de la verosimilitud, joyas heredadas de las producciones clase B de los años 70, de la época dorada del VHS y (por línea más directa pero también más velada) del cine ultraviolento del joven Scorsese. Hablo más bien del exceso técnico que lo arrastra a construir una película con aires de grandiosidad visual pero con una mirada de director independiente. Pareciera que Tarantino renegara de sus tutores y jugara ser Leone. Y de este modo, su octava maravilla acaba convertida en un capriccio delicioso cuyo único pecado es el virtuosismo.


About the author

Discípulo de sí mismo, amigo de unos pocos, conocido de casi nadie. Autor de El intruso, Ilión (novela fracasada), uno o dos poemas apenas leídos y algún que otro ensayo que todavía no sabe cómo comenzar.

0 hay que todavía piden sangre: