por qué terminé por renegar de Spielberg

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11:21 p.m.





Spielberg es un director al que respeto mucho pero del que dejé de interesarme hace años. Mi despedida de su filmografía ocurrió el día que fui a ver Saving Private Ryan al Cine Colón, en Corrientes. Aquella vez quedé abrumado por la escena de batalla con que iniciaba, al punto de que sentí en mi propia carne el vértigo del desembarco en Normandía, amenazado cada segundo por las balas rasantes y el estallido de los morteros. Pero aquella impresión duró lo que los 30 minutos de la escena. El resto de la película fue como ir resbalando en un desencanto sin remedio hasta quedarme totalmente encharcado con la escena final.

De hecho, ahora que lo pienso, creo que acabé renegando de él a causa de los finales de sus películas. Lo más triste de descubrir para mí fue cómo sus films pretendidamente serios o ideológicos apelaban al mismo efecto melodramático de sus entertainment movies. Fue  penoso de notar, por ejemplo, cómo el heroico Oscar Schindler dilataba su escape imitando, punto por punto, la escena de despedida de E.T. O cómo en A.I. se da el lujo de reescribir a Kubrick añadiendo un final feliz (me es más fácil imaginar al viejo Stanley terminando la película con el suicidio del niño-androide y no, deus ex machina mediante, rescatado por unos aliens con aspecto angelical).

Los antiguos griegos demostraron ya con maestría cómo el recurso del deus ex machina sólo sirve para eximir al héroe de su destino. Por eso, lo que en Sófocles es trágico, en Eurípides se torna melodramático. Hablando de Spielberg: lo que en Scorsese o Coppola se encumbra como pesimismo trágico, en Spielberg acaba convertido en un happy ending al estilo Disney.

0 hay que todavía piden sangre: