Si hubiese que empezar de algún modo, que sea por el final. Que la muerte se cumpla como un teorema. Y que lo cotidiano sea nuestro manantial de sorpresas y nuestra sal de felicidad. Solo entonces puede que se halle un sentido en lo que habrá de ser por siempre irreversible.
4 hay que todavía piden sangre:
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