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10:25 p.m.
Se murió Bergman —le escribí. Se murió Antonioni. Qué mucho hemos perdido en tan pocos días, ¿no te parece? Su respuesta tardó en llegar. Pero llegó finalmente. Para entonces estaba ya ocupado en mi trabajo: qué mejor excusa para dejarlo de lado otro buen rato. Me tomé tiempo para revisar su mensaje. Ellos vencieron parcialmente a la muerte, justamente —leí que ella me había contestado. La muerte es inseparable de la vida. Quedé absorto un largo instante. Luego sonreí. Es verdad —pensé para mí mismo igual que si conversáramos sin hallarnos tan lejos. La muerte los había reclamado a ambos casi como por despecho. Y si la muerte es algo inseparable de la vida, no se puede procurar ciertamente una victoria más hermosa.

About the author

Discípulo de sí mismo, amigo de unos pocos, conocido de casi nadie. Autor de El intruso, Ilión (novela fracasada), uno o dos poemas apenas leídos y algún que otro ensayo que todavía no sabe cómo comenzar.

2 hay que todavía piden sangre:

Anónimo dijo...

te extranio querido....
desde el viejo mundo... mas lleno de viejos de lo q pensaba! te mando miles de besos.....
sisi todo fue roma un dia... pero ahora no, y... quiero ir a roma carajo!!!!
Lu.

David Yazo dijo...

creo que volví amigo adriano, porque es inseparable alejarse de dejarse, de ausentarse con presentarse...

saludos